EL PERIPLO DE LOS DESAFÍOS - CAPÍTULO 12
CONTRA TODA EMOCIÓN
Reto Joe Bourbon de Illescas
Déjate de rollos, ¿es chungo el reto?

Unos días antes busqué motivos para ponerme morado...
Reservado el evento, el fin de semana previo decidí entrenar mis habilidades digestivas. Casualmente se celebraba el cumpleaños de mi pareja, lo que fue la excusa perfecta para montar un banquete y zampar como una bestia inmunda.



―¿Qué cenamos hoy? ―me preguntó la cumpleañera al día siguiente.
―¿Te apetece hamburguesa? ―la sugerí.
―¡Claro! ―me respondió.
De nuevo, vi la oportunidad de inflar el buche y realizar así otro entrenamiento. Ni Rocky entrena tanto antes de sus combates.



El viento soplaba furioso y mis nervios brotaron...
Debido a que el desafío no implicaba una gran cantidad de comida, la noche anterior no vi necesario hacer una preparación excesiva. Tenía plena confianza en mi estómago, aunque, una vez llegué al Bourbon de Illescas, unos pequeños nervios afloraron y me suprimieron en cierto modo el apetito. Paradójicamente, mis ganas de comer seguían en pleno apogeo.



Desenvainé mi trípode para montar mi impresionante set de fotografía. Percibí cómo las personas de mi alrededor observaban curiosas, esperando a que algo ocurriese. Lo que seguramente no se esperaban es que apareciese la camarera con una dantesca construcción que incluso podía resultar ofensiva a la vista. Por mi parte, lejos de asustarme, aquel empalamiento hamburguesil activó con fuerza mis glándulas salivares.



La escasa confianza que, durante muchos meses, había tenido en mi capacidad para superar este desafío, me había llevado a estudiar a fondo una estrategia basándome en la de aquellos valientes guerreros que habían logrado salir victoriosos. En esencia, la mejor opción era no confiarse y devorar como un desesperado desde el primer segundo, siendo también buena idea no dejar todos los nachos y patatas para el final.
Además, el simpático dios del viento quiso añadir un punto extra de dificultad a mi gesta mediante intensas ráfagas de aire que tenía por seguro que enfriarían la comida en tiempo récord. Desde luego, no podía permitirme comer tranquilo.
¿Quieres saber mi truco?
Yo utilizo enzimas digestivas cuando hago retos de comida porque:
- Disminuyen la pesadez
- Alivian el dolor de tripa
- Bajan la hinchazón
- Aceleran la digestión
Aunque son inocuas para la mayoría, lee atentamente la información de seguridad que aparece en el enlace. Si tienes cualquier tipo de duda, contacta conmigo
Los primeros bocados, siempre tan placenteros...
Comencé así a triturar la primera hamburguesa, dándome cuenta de que mi coordinación para masticar y tragar rápidamente había mejorado en comparación con la que demostré en La Casa Tomada con su bocadillo gigante. Todo un motivo de orgullo… ¿no?



La sabrosa y tierna carne me excitó tanto que en poco más de un minuto ya había demolido de forma devastadora el primer piso de la torre. Sin pensármelo, agarré un puñado de nachos y los empujé salvajemente contra mi paladar.



Me fijé en ciertos detalles...
Saqué la segunda hamburguesa de la estaca y procedí a engullirla como un cerdo salvaje. El disfrute era considerable, pero de repente me percaté del grosor de los trozos de carne. Tal vez mi sistema nervioso estaba empezado a alertar a mis sentidos de que había que evitar la inminente catástrofe metabólica.



Proseguí la marcha con los nachos restantes, y observé que la ración que me habían preparado en el Bourbon de Illescas era bien contundente, más de lo que había visto en las fotos y vídeos de otros comilones. Ya en faena, no tenía otra que arramplar con ellos.



Pensé en bajar de los 10 minutos hasta que...
Dado que todo estaba entrándome genial y que me mantenía con fuerza, consideré por un instante la posibilidad terminar en menos de 10 minutos. No obstante, dicha idea se esfumó tan rápido como había surgido cuando mi glotis decidió ponerse en huelga y no dejar pasar un par de bocados de la tercera hamburguesa. La consecuente lucha por la supervivencia, en la que estrené mi vaso de Pepsi Zero, provocó que perdiera unos cuantos segundos.



A pesar de que el hecho de tragar se iba complicando y de que en mi boca se agolpaba cada vez más la comida, fulminé sin problemas lo que tenía entre manos. Puede que apele al masoquismo, pero la realidad era que seguía gozando como un cochino.



Las patatas se resistieron...
Antes de bajar al último piso, me quité de en medio unas cuantas patatas, con las cuales tuve ligeras dificultades para ingerirlas. Las señales de alerta que inicialmente había generado mi sistema nervioso se transformaron poco a poco en saturación y rechazo, aunque yo no iba a sucumbir ante tales emociones.



Miré fijamente a la cuarta hamburguesa como un demente mira a su próxima víctima y la apretujé entre mis dedos para sacarla de su empalamiento. El desafío del Bourbon de Illescas estaba llegando a su fin.



Continué engullendo e, inexplicablemente, todavía gozando. Eso sí, mi energía había mermado y, con ella, mi ritmo.
A la vista de que las patatas se agarraban con firmeza a mi faringe y se resistían a bajar por mi tubo digestivo, no esperé a terminar la carne emparedada para seguir comiendo algunas.



Finalmente sucumbieron...
Sin excesivo sufrimiento, terminé de derrumbar la torre hamburguesera con relativa rapidez. Eso solo significaba una cosa: que solo las patatas me separaban de la victoria, así que respiré hondo y me dispuse a atacarlas usando un tenedor como arma.



Las malditas se oponían con fuerza a ser devoradas, pero mi furia mandibular pudo con ellas. Logré así fulminar el reto en 12’19” y hacer uno de los mejores tiempos hasta la fecha según la camarera.



No me pareció suficiente...
―No te habrás quedado con hambre, ¿no? ―me preguntaron desde una mesa.
―Bueno… ―respondí.
Le tocaba comer a mi chica, y no podía irme del Bourbon de Illescas sin probar la hamburguesa con tortitas que se iba a pedir.



Hay canciones que, cuando parece que van a acabar, vuelven de nuevo a sonar (¿verdad, Tool?). Algo similar ocurrió este apocalíptico día, ya que el destrozo metabólico continuó en el calor de mi hogar. Por supuesto, di un largo paseo previo para bajar la comida y poder seguir zampando pecaminosamente.



Como me ocurrió con el reto Grizzly del Texas Guadarrama, este éxito incrementó mi confianza y me llevó a cavilar sobre cuál sería mi siguiente batalla.
«Podría aprovechar que en breves me voy de vacaciones…».
Información sobre el reto
RESTAURANTE <> The Bourbon Cafe Steak House
DIRECCIÓN <> C/Islas Británicas 2A (Fuenlabrada, Madrid), C/Real 38 (Torrejón de la Calzada, Madrid), Ctra. Ugena 4 (Illescas, Toledo). C/Carlos I 26 (Yuncos, Toledo).
REDES SOCIALES <> Web, Instagram, Facebook
COMIDA <> 4 hamburguesas de 250g de carne cada una, media ración de nachos (200-250g) y media de patatas cheese bacon (200-250g)
PESO <> 2 – 2,2kg
LÍMITE DE TIEMPO <> 20 minutos
PRECIO <> 25 euros
PREMIO <> hamburguesa gratis (la bebida se tiene que pagar)


Soy graduado en Farmacia con un Máster en Investigación de Enfermedades Infecciosas. Un friki apasionado de la nutrición y el deporte al que le encanta comer bien y disfrutar de los caprichos que da la vida sin olvidar la salud.
«El veneno está en la dosis»
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Que hayas superado este reto , da idea de la gran capacidad que tienes para comer. Comer semejante cantidad de comida en 20′ es mmuuuy complicado. Por cierto es el primer y último reto al que me he enfrentado jaja. Graaande Raúl !
Muchas gracias Alberto. Buen reto elegiste para perder la virginidad retera!! Tienes que probar el reto anauco, ese es mucho más factible para empezar